lunes, 24 de marzo de 2014

No estás

Hoy me he decidido a crear un blog; uno más serio, sin presiones dependiendo del lector, sin temblor de manos dependiendo del destino. Quisiera que las letras fueran carne viva y, si acaso, poder contagiarlas sobre otras pieles.
Como estreno he decidido elegir un poema que escribí hace ya más de tres años, cuando la responsable de sacarme a la luz de este mundo que a veces brilla, decidió que era tarde, y se fue con mis manos vacías.


No estás

Puedo inundar el Mar de la Tranquilidad,
abarcar los abismos oscuros, incendiar el desierto,
descubrir nuevos mundos, destrozar mis infiernos,
perder la fe, retenerte en suspiros y sueños,
alcanzar el origen y no tener miedo.

Puedo colgarme a tu espalda, sin permiso,
doblar la esquina de la incertidumbre,
elegir el giro y volver a equivocarme,
emocionar sin hablar, crecer y crecer,
arrebatar las cenizas de esperanza.

Puedo esperarte sin prisa,
donde acariciamos el cielo y sudamos,
soñarte desnuda en el umbral de mi llanto,
enamorar de un vistazo, deshacerme en tinta,
mi boca en tu frente, la cruz del resguardo.

Puedo imaginar, recrearme en imposibles,
ser Dios, juez y castigo,
hacer flotar sus mundos con un grito,
hombro de lágrimas y festejos,
sonreír por no ser hoy, por serlo,
rezar hasta no aguantar su peso.

Pero no habrá nudo de cuerpos,
no esperarás por sorpresa, 
no te sentarás a mi lado,
no, porque no estás,
porque no estás.

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