domingo, 6 de abril de 2014

Madre

Madre se iba haciendo vieja, y nadie sabrá nunca lo que cada instante podía pasar por aquella cabeza revuelta de miedos y angustia. Todo a nada, sin duda el negocio perfecto para indeseados, la mujer de carne viva, de memorias constantes y piel de estremecer. El rickshaw de toda culpa, ligera a la vista, nunca pudo nadie cargar tanto desencuentro; eterno perdón, olvido imperfecto.Su aliento mi ultimo embite, sus manos se van arrugando y en cada pliego de su piel cien mil gorriones que prendieron vuelo, y ella aún dice "adiós" con la mano desde el suelo.
Nunca podré decir que tuvo una vida apasionante, que un día hizo las maletas y se largo a conocer otros mundos y empaparse de su aroma. No, madre no sabe disfrutar la vida, tiene una obsesión irrefrenable con su entorno, complejo de motor a todo gas hasta que el motor reviente de tanto calor o exceso de kilometros; demasiada cuesta para una sola locomotora.
Con la intranquilidad de nunca entenderla pasan los dias y nada cambia, su rumbo se torna mas oscuro a cada paso. Sin embargo, es imposible no adorarla, un kamikaze al que no le tiembla el pulso; manera complicada de ver la vida. Lo único que me consuela es su fe inquebrantable, esa que le saca de los abismos más oscuros; cuando parece que ya todo esta perdido, Madre siempre encuentra un rincón para la esperanza. 

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